Considero que estamos ciertos los colombianos de que cada uno de nosotros tiene unos anhelos, que de realizaese, nos traerán si no felicidad, al menos sociego en nuestras tribulaciones, siempre y cuando cada compatriota antes de creer en los hombres crea primero en la ética y moral de Dios.
En primer término: Que quienes asuman responsabilidades políticas o administrativas no hagan más juramentos poniendo a Dios por testigo falso, puesto que hay mucho sobrecupo en la Picota.
Que la política de Seguridad Democrática deje de ser ya un sofisma de distracción y se convierta en seguridad social ante los problemas que reclaman los colombianos, con más ahínco, desde hace ocho años.
Que los partidos políticos sean serios o que aparezca por fin un verdadero partido político, no politiquero, con principios firmes, claros, éticos y morales lejos de todo voltiarepismo al que nos tienen acostumbrados.
Que la peste del reeleccionismo presidencial sea exterminada para así acabar con el mito de los genios necesarios e insustituibles. Que la constitución nacional deje de ser un burdo panfleto de caucho que se comprime o encoje al capricho de los politiqueros de turno.
Que el pueblo siempre tan explotado adquiera ya un poco de cultura política, para no vender su conciencia mediante un voto ante algunos profesionales de la demagogia, la falacia y el engaño.
Que los mal llamados padres de la patria no abusen más de su auto-poder para incrementar desvergonzadamente sus mesadas, mientras que el miserable salario básico de los pobres lo asignan siempre mediante un fresco y descarado decreto.
Que esa enfermedad llamada corrupción, que tanto nos está minando solo se pueda combatirse con la pena perpetua, el destierro o penas igual de temibles.
Y, finalmente, que no nos nombren mas Uribitos con caritas de “yo no fui” , pero que sólo han servido para ayudar e enriquecer a los “campesinitos” opulentos del país.
En primer término: Que quienes asuman responsabilidades políticas o administrativas no hagan más juramentos poniendo a Dios por testigo falso, puesto que hay mucho sobrecupo en la Picota.
Que la política de Seguridad Democrática deje de ser ya un sofisma de distracción y se convierta en seguridad social ante los problemas que reclaman los colombianos, con más ahínco, desde hace ocho años.
Que los partidos políticos sean serios o que aparezca por fin un verdadero partido político, no politiquero, con principios firmes, claros, éticos y morales lejos de todo voltiarepismo al que nos tienen acostumbrados.
Que la peste del reeleccionismo presidencial sea exterminada para así acabar con el mito de los genios necesarios e insustituibles. Que la constitución nacional deje de ser un burdo panfleto de caucho que se comprime o encoje al capricho de los politiqueros de turno.
Que el pueblo siempre tan explotado adquiera ya un poco de cultura política, para no vender su conciencia mediante un voto ante algunos profesionales de la demagogia, la falacia y el engaño.
Que los mal llamados padres de la patria no abusen más de su auto-poder para incrementar desvergonzadamente sus mesadas, mientras que el miserable salario básico de los pobres lo asignan siempre mediante un fresco y descarado decreto.
Que esa enfermedad llamada corrupción, que tanto nos está minando solo se pueda combatirse con la pena perpetua, el destierro o penas igual de temibles.
Y, finalmente, que no nos nombren mas Uribitos con caritas de “yo no fui” , pero que sólo han servido para ayudar e enriquecer a los “campesinitos” opulentos del país.