En días pasados el alto representante ante el Banco Mundial y ex-ministro Guillermo Perry Rubio propone lo que, según él, es la salvación para el sistema de salud de este país y que consiste en gravar con impuestos a las gaseosas, y si hace falta plata, impuestos a la yuca, al arroz y a la panela, por desgracia, únicos alimentos que están consumiendo los asalariados colombianos quienes fueron favorecidos con ese “gigantesco” aumento del salario mínimo otorgado por Uribe.
Este ridículo ex-ministro, debe considerar totalmente injusto aumentar impuestos al Whisky, la champaña, el caviar y demás manjares con que los ricos deleitan sus paladares en los clubes sociales, pero en cambio, según su sabio aporte o admonición macroeconómica, es pertinente aumentar el gravamen a la sencilla limonada o a la humilde aguapanela con la que la gente modesta suele acompañar sus magros almuerzos.
Aquí cabe recordar que desde el inicio del Seguro Social, siempre quedaron excluidos de los aportes que debieron hacer para el sostenimiento del mismo, el presidente, los Ministros y sus familias; las tres ramas de las fuerzas armadas y sus familias, porque las fuerzas armadas sí quitan Presidentes, los Congresistas y sus familias, y también los trabajadores de Ecopetrol, porque en aquella época paralizaban el país cuando querían. Hoy se mantienen tan protegidos privilegios para ese “combito”, pero para el resto de colombianos, el Gobierno quiere que sus servicios de salud los financien los jugadores de sapo y los que almuerzan con empanada y gaseosa.
Pues nanay cucas. El problema de salud es grave; la emergencia social no soluciona ni poquito la dificultad; eso es un problema estructural, es decir de la estructura del modelo económico que nos rige, o sea del neoliberal. La emergencia son solo pañitos de agua tibia, con una vigencia de tres meses según la Constitución. Tienen que hacerse reformas de fondo y probablemente nos cueste a todos. Lo único que se espera es que no se siga deteriorando la calidad. Los decretos de emergencia social solo castigan calidad por cobertura.
Es inaplazable replantear esa postura, pues ella es, como se ha dicho hasta la saciedad, inequitativa, tendenciosa, deshonesta (La medicina prepagada dispone de una calidad mejor en servicios y atención); además, la salud es un tema que no tiene discusión. Ella no se puede quedar a medias. Hay muchos temas que no fueron incluidos en el POS y que, por desgracia, los trabajadores de menos recursos deben asumir con estoicismo.
Este ridículo ex-ministro, debe considerar totalmente injusto aumentar impuestos al Whisky, la champaña, el caviar y demás manjares con que los ricos deleitan sus paladares en los clubes sociales, pero en cambio, según su sabio aporte o admonición macroeconómica, es pertinente aumentar el gravamen a la sencilla limonada o a la humilde aguapanela con la que la gente modesta suele acompañar sus magros almuerzos.
Aquí cabe recordar que desde el inicio del Seguro Social, siempre quedaron excluidos de los aportes que debieron hacer para el sostenimiento del mismo, el presidente, los Ministros y sus familias; las tres ramas de las fuerzas armadas y sus familias, porque las fuerzas armadas sí quitan Presidentes, los Congresistas y sus familias, y también los trabajadores de Ecopetrol, porque en aquella época paralizaban el país cuando querían. Hoy se mantienen tan protegidos privilegios para ese “combito”, pero para el resto de colombianos, el Gobierno quiere que sus servicios de salud los financien los jugadores de sapo y los que almuerzan con empanada y gaseosa.
Pues nanay cucas. El problema de salud es grave; la emergencia social no soluciona ni poquito la dificultad; eso es un problema estructural, es decir de la estructura del modelo económico que nos rige, o sea del neoliberal. La emergencia son solo pañitos de agua tibia, con una vigencia de tres meses según la Constitución. Tienen que hacerse reformas de fondo y probablemente nos cueste a todos. Lo único que se espera es que no se siga deteriorando la calidad. Los decretos de emergencia social solo castigan calidad por cobertura.
Es inaplazable replantear esa postura, pues ella es, como se ha dicho hasta la saciedad, inequitativa, tendenciosa, deshonesta (La medicina prepagada dispone de una calidad mejor en servicios y atención); además, la salud es un tema que no tiene discusión. Ella no se puede quedar a medias. Hay muchos temas que no fueron incluidos en el POS y que, por desgracia, los trabajadores de menos recursos deben asumir con estoicismo.