¿Si será eficaz la seguridad democrática?

El concepto de seguridad democrática difiere esencialmente del concepto de seguridad nacional o seguridad del estado en cuanto que las acciones y políticas públicas de una auténtica seguridad democrática no se orientan exclusivamente a la preservación y fortalecimiento del orden institucional, sino a la consolidación integral de la sociedad en su conjunto, constituyendo dicha política de protección el conjunto de condiciones que les permita a los ciudadanos y a las instituciones, materializar sus proyectos de vida sin mayores incertidumbres que las normales dentro de la vida en sociedad.
Pero en nuestro país, es harto evidente que el actual gobierno no ha emprendido acciones trascendentales para superar la dramática situación social; la crisis humanitaria que padece Colombia ha alcanzado una evolución que resulta verdaderamente impresionante. No olvidemos que nuestra patria ocupa un deshonroso segundo lugar dentro de los países con más desplazados en el mundo.
Sumémosle a esta ignominia las impresionantes cifras de desempleo y el drama de los millares que se rebuscan en los semáforos y basureros (recicladores que hoy no pueden hacerlo, pues Ecoeficiencia, una de las empresas de los multimillonarios hijitos de Uribe, se encargará de ello, dejando a miles de familias sin formas de subsistencia). Los que apenas se sostienen con el irrisorio salario mínimo y la inestabilidad laboral, no están mucho mejor. Entonces cabe aquí preguntarse ¿Será que estos millones de compatriotas tienen seguridad en sus vidas, y las de sus hijos; en sus bienes, en su salud, educación, vivienda, recreación…?
Sin embargo, para encubrir el desinterés del actual gobierno por lo social (ni por las vías, ni la producción agrícola, ni la salud, ni la educación), se dice que el presidente Uribe -de todos modos- ha mejorado la seguridad en las vías a la Costa en vacaciones. Pero, no será lo anterior, (el hecho de que la gente salga a vacaciones escoltada por tanques y helicópteros artillados), un síntoma de inseguridad, más que de seguridad; además, por la innegable razón de que la seguridad en las ciudades no ha mejorado, todo lo contrario según lo confirman los medios, día por día se incrementan los asesinatos, secuestros, fleteos, etc.
Entonces parece algo de Perogrullo el que muchos de esos millones de colombianos -sin empleo serio ni educación ni esperanzas- intenten sobrevivir acudiendo a medios ilegales como la guerrilla, el narcoparamilitarismo o la delincuencia común. Es que, definitivamente, mientras no se tomen correctivos estructurales para mejorar los conflictos sociales, es imposible que una genuina seguridad democrática se alcance.
Para completar este inseguro panorama nacional que hoy vivimos, tenemos los tenebrosos crímenes de Estado representados en los "falsos positivos", aparte de la paramilitarización del Congreso y el DAS y las chuzadas telefónicas a todos los que no comulgan con la fórmula uribista. Más grave aún: las generalizadas amenazas contra académicos, ONG’s, sindicalistas, indígenas, periodistas y líderes populares.