El infortunio que envuelve al Sector Agropecuario

Colombia fue un país que antaño se autoabastecía suficientemente del sector agropecuario, para la alimentación de su pueblo. Pero en estos momentos, por las funestas políticas para el agro, ha perdido su seguridad o soberanía alimentaria, lo cual constituye un verdadero desperdicio, pues hay tierras, aguas y gentes de sobra para autoabastecer el país. Este gobierno fuera de facilitar las importaciones de alimentos, mantuvo el sesgo antiagrario de la política económica, sesgo que ilustra que el agro aporte el 11% del PIB y apenas reciba el 3% del crédito nacional. Y como si lo anterior fuera poco, produce indignación en la actualidad un vergonzoso programa, el famoso Agro Ingreso Seguro del Ministerio de Agricultura, Ley: 1133/2007, el cual otorga unos dineros, en el supuesto de auxiliar a pequeños y medianos campesinos que trabajan el agro colombiano y requieren apoyo del Estado. Sin embargo, la forma como se conduce dicho programa enardece hasta al más calmado de los colombianos, porque en su manejo, es lamentable tener que decirlo, el campesino raso de azadón y machete no tiene posibilidad de acceder a él. Es que el pobre agricultor colombiano está lejos de participar en todos los programas y créditos que ofrece el Gobierno con el objeto de hacer más rentable sus duras faenas. Cuando se abren concursos al respecto, nuestro labriego no participa, puesto que no tiene confianza en las etapas del proceso y, por lo regular, dichos concursos terminan adjudicados a terratenientes opulentos quienes se presentan con padrino político o muchas veces por tráfico de influencias a muy altos costos para los usuarios. Con este Agro Ingreso Seguro (AIS), como es de todos conocido, se han favorecido grandes empresas familiares donde tíos, hermanos, primos, madres, novias, se beneficiaron de unos dineros de los contribuyentes que no son reembolsables, ni pagan impuestos. Argumenta el actual Ministro de Agricultura que todas esas personas obtuvieron legalmente dichos apoyos. Es que no es un problema de legalidad, es de indignación nacional por lo antiético e indecente. Si queremos un Ministerio de Agricultura que propicie un verdadero desarrollo rural, de cara a la realidad nacional para solucionar los miles de problemas que estamos padeciendo, como consecuencia de sus malos manejos, se requiere practicar una profunda reingeniería al Sector Agropecuario, definiendo primero quienes son los verdaderos campesinos para diseñarles políticas claras y concretas, de conformidad con sus especialidades y depurando de paso al Ministerio de la gran cantidad de ONG, adscritas, con gerentes de sueldos asombrosos y cola de lagartos lambiscones, que son en esencia los verdaderos chupasangres del presupuesto del sector rural.