“Odiar con toda el alma”

El odio es una emoción propia del ser humano. Podemos sentir, también ira, rencor, agresividad. En la fantasía todo está permitido y podemos sentir todo el resentimiento que tengamos guardado en nuestro interior. En la fantasía podemos sentir todas las manifestaciones más primitivas de lo agresivo. Lo importante es no pasar a la acción, no actuar la fantasía.
A todos nos parece lógico sentir y expresar odio, rencor, deseo de venganza por algo que alguien nos hizo. Sin embargo, no se trata de algo simple. No siempre sentimos y expresamos adecuadamente estas emociones y de ello deriva no sólo nuestro equilibrio (llamado equilibrio emocional) sino el equilibrio mismo de la sociedad. Si hay más odio que amor habrá más malestar que alegría, más guerra que paz. Si sentimos más afecto y amor que ira y agresividad destructivas, nos sentiremos mejor y en la sociedad reinará la solidaridad, la convivencia y la paz. Esas emociones esenciales constituyen el termómetro para que todo esté bien, regular o mal.
Los presidentes de Colombia y Ecuador fundamentan su accionar sociopolítico en el sentimiento negativo del rencor guardado desde hace muchos años por cada uno de ellos, aflicción que los mandatarios acumulan amargamente y que los ha convertido en seres duros y hostiles causantes de desaciertos y desaguisados para sus gobernados y vecinos. Recordemos que el presidente Uribe alberga por las Farcs un odio acérrimo; ya que este grupo al margen de la Ley, asesinó atrozmente a su padre. Lo propio hace el presidente Correa del Ecuador, cuyo progenitor pagó cinco años de cárcel en los Estados Unidos al ser capturado cuando fungía de mula del narcotráfico de uno de los carteles colombianos y se suicidó posteriormente; esa es la razón de su odio intransigente por todo lo que huela a Colombia.
Ese odio, en el caso colombiano, es la razón por la cual Álvaro Uribe se quiere perpetuar en el poder, sentimiento negativo que es producto de una consideración personal, la cual ha percibido la mayoría de los colombianos: El odio a las Farc. Uribe está convencido de que es el único gobernante que puede vengar la inhumana muerte de su padre.
¿Será valido que el Presidente de un Estado democrático y civilista como el colombiano, no sólo gobierne sino que se quiera perpetuar en el poder como producto de un sentimiento personal? Se entiende que Uribe odie a las ‘Farc’, pero no se comparte que un Presidente genere políticas, y menos busque perpetuarse, como producto de ese sentimiento personal. Por lo demás el odio hace perder cordura: odiar al enemigo a la larga impide derrotarlo.
De otra parte ¿Qué la mayoría de políticos quieren con toda el alma que Uribe siga? Por supuesto. El clientelismo genera esa pasión: tener acceso a cargos públicos.