Envejecer, proceso normal de la vida

Para muchas personas la palabra vejez constituye el más tenebroso estigma con que alguien las puede grabar, y, sintiéndose así menoscabadas, buscan la forma de eludir esa temible designación. Con el paso de los años, la consideración de "viejo" que le damos a alguien ha variado, según nuestra conveniencia; un hombre de cuarenta años es un viejo cacreco para quien tiene 20 años, pero no lo es para quien tiene sesenta, puesto que una persona sesentona considera muchacho a un cuarentón.
Es que, queridos amigos, la vejez pareciera aterrar, como si este periodo importante de la vida no perteneciera al periplo vital. Es tan despreciable la vejez para la mayoría de los mortales, que suscita comentarios mordaces y burlas permanentes para quien ya se está aproximando a la adultez tardía, tercera edad, veteranía o cualquiera de los innumerables vocablos con que se suele denominar a la edad provecta. De ahí que el apacible pasatiempo de algunos de los hombres jubilados y veteranos de Buga, de congregarse en el parque de Cabal para departir amigablemente con sus coetáneos amigos, ha conseguido que el nombre del ilustre parque haya cambiado y se haya trocado por el de "Parque de las palomas caídas", en picaresca alusión a la supuesta e "inevitable" disfunción eréctil que presuntamente sufren los hombres entrados en años.
Quién lo hubiera pensado; en la actualidad los científicos sociales especializados en el estudio del envejecimiento, se refieren a tres grupos de adultos mayores: "viejo joven", "viejo viejo" y "viejo de edad avanzada". Cronológicamente, el viejo joven está entre 65 y 74 años, y por lo general es activo, vital y vigoroso; el viejo viejo está entre 75 y 84 años, y el viejo de edad avanzada está entre 85 y más. Será que esta clasificación, si somos cuidadosos de la salud y positivos de mentalidad, y si nos lo permite el modelo neoliberal que nos rige, ¿podría proporcionar a los veteranos que aún tienen la esperanza de pensionarse, la feliz esperanza de vivir, por ventura, largamente?
Hoy ya suenan campanas de alerta, recientemente Fedesarrollo sugirió que se debe aumentar la edad para que los colombianos puedan pensionarse. Pero eso aparte y más allá de otras imágenes distorsionadas, es necesario mirar con objetividad la realidad verdadera y multifacética de la vejez. La edad adulta tardía no es ni el momento culminante de la vida ni lo contrario, sino un periodo normal del ciclo vital con sus propios desafíos y oportunidades.