Conjeturas Edicion 454

Pobreza idiomática

Es una verdad de a puño. El uso permanente y excesivo de extranjerismos innecesarios, está deformando el lenguaje y de paso distorsionando nuestra cultura. El capricho de aferrarse a usar tales barbarismos no es otra cosa que un peligroso y ridículo esnobismo (o servil imitación). A nadie escapa que el uso indiscriminado y errado de esos solecismos exóticos representa un peligro para la cultura, entendida ésta como el cúmulo de manifestaciones tradicionales propias de nuestro grupo humano latinoamericano. ¿Acaso no se reduce nuestra identidad -en la cual se soporta nuestro desarrollo- con la distorsión gradual de la lengua en la cual se manifiesta el pensamiento? Obviamente que sí. No olvidemos que pensamos de conformidad con los términos que expresamos, sean ellos verbales o escritos. De ahí que, toda deformación del lenguaje, toda aceptación de extranjerismos inútiles y de modismos vulgares distorsiona la cultura.
La lengua de la que mayormente proceden estas incorrecciones idiomáticas es la inglesa. Este idioma nos invadió con neologismos innecesarios, puesto que poseemos categóricas palabras en español que hacen inútiles y hasta redundantes tales anglicismos. Muchas personas atribuyen dicho fenómeno al avance de la globalización; no obstante, el uso frecuente de esas inservibles palabras provenientes del inglés no tiene nada que ver con la globalización y sí con una vergonzosa pérdida de la identidad cultural. De ahí que esa absurda manía tiene que ver más con una actitud que se relaciona con la permeabilidad de la influencia estadounidense en algunos grupos sociales que, como no están seguros de sus propios valores culturales, necesitan sentirse parte de algo que ellos consideran “superior”. Por eso vemos cada día, sin pena ni gloria, palabras en español que quieren decir exactamente lo mismo: shopping (compras), delivery (entrega, reparto), cast (reparto, adjudicación), sponsor (patrocinar, patrocinador), coach (entrenador)…sencillamente es un ridículo esnobismo en su más puro estado.
Pero hay muchos más vocablos que usamos inadvertidamente, sin repulsión, como si fueran palabras purificadas, depuradas. Así, por ejemplo, mucha gente usa accesar (de “access”), en vez de entrar o acceder; los publicistas plantean campañas agresivas (de “aggressive”), en vez de dinámicas o eficaces; los estudiantes aplican (de “apply”) a una beca, en vez de inscribirse o solicitarla; los fotógrafos capturan una imagen (de “capture”), en vez de registrarla; en El Dorado ofrecen vuelos domésticos ¡qué horror! –--dentro del país– (de “domestic”), en vez de nacionales, y tienen lugares exclusivos (de “exclusive”), en vez de distinguidos. Y alguien enviará una réplica (de “reply”), asumiendo que es una respuesta.
Esos ridículos esnobistas tal vez por su ignorancia supina o por esa tendencia natural de idolatrar lo desconocido y lo que viene de afuera, particularmente de los Estados Unidos, han adaptado una jerga confusa, un “espanglish” despreciablemente esnob, muchas veces apoyado en ese falso español originado en Méjico que habla de ‘rentar’, del inglés “rent”, como si se tratara de ‘alquilar’.
Pero no son solamente los giros esnobistas los que chocan, sino la deformación de inequívocas palabras de nuestro diáfano idioma; son ciertas palabras alteradas por falsos “licenciados” que sin serlo las han modificado horrorosamente para ubicarlas como vulgar jerigonza en sus actividades: “redactación” (por redacción), “revisación” (por revisión), “redireccionamiento” (por dar nueva dirección). La palabra “evento”, llegó al colmo de querer decir lo contrario. ”Evento” viene de ‘eventualmente’ como un accidente, un incendio o en Derecho dolo eventual; pero a evento incongruentemente se la utiliza para referirse a algo previamente programado.
Es innegable que las lenguas evolucionan y en algunos casos los extranjerismos ayudan a enriquecerlas, pero los malos calcos idiomáticos deterioran el idioma y por consiguiente la idiosincrasia de un pueblo. Es que cuando una comunidad no puede elegir consciente y libremente la mejor forma de su comunicación porque le han prefijado un extravío forzoso de su idioma, ello la lleva a menudo a interiorizar inconscientemente tamaño dislate. Y eso es contrario al ejercicio de la libertad.